No eran Rose y Jack en el Titanic, ni podían compararse con Robinson y Viernes de aquella isla habitada por caníbales; no eran esa clase de personajes, aunque se asemejaban en parte. Tampoco había barcos ni islas perdidas en el océano. Esa etapa había sido superada con varias muertes en la memoria. Hoy, simplemente, eran dos seres en una habitación, en medio de la ciudad, desconectados del mundo, alejados de cualquier radar, fuera de todas las rutas legítimas; pero unidos por el mismo tipo de amor, o de amistad, que siempre ha unido a dos náufragos en cualquier época y lugar del universo. Yusuf había dejado mujer e hijos en Damasco; Naima había perdido a los suyos en el primer purgatorio de aquel puerto europeo, contrapunto de su Palmira natal. Ambos llevaban meses rogando, llorando, suplicando aquí y allá… Nadie podía hacer nada…; tan solo quedaba esperar y seguir buscando… Mas hoy, y ahora, sus cuerpos, y sus almas, encontraban el consuelo de los besos y las caricias que el mar y la distancia se habían tragado.
22 de julio 2016
Relato: Luis Cuesta
Fotografía: internet
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Twitter: @c_grant1
Facebook: Rita
Una historia propia, sin personajes de un Titanic.
ResponderEliminarEs precioso, Rita.
Gracias por invitarnos a conocerle.
Mil besitos, querida mía.
Es un buen amigo mío que escribe así de bonito, este es el tercer relato que me regala para mi blog, espero que sean muchos más. Me alegra mucho que te haya gustado querida amiga. Un beso muy fuerte.
EliminarMuy bonito hermano, por mi parte considero y pienso que sí, sigue escribiendo...
ResponderEliminarGracias por el comentario Juan.
EliminarUn abrazo.
Triste....
ResponderEliminarPero esperanzador...
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