El arroyo sigue su curso
sin esperar mi sed
él,
enjuaga su cólera contra
las piedras
ajeno a la boca que
aliviará.
Las aceras no esperan
mis pasos
para ofrecerse
inconmovibles
a la huella.
Todo sigue sucediendo
ausente a mi presencia.
Fértil y enérgica sigue la
lluvia
suicidándose contra el
asfalto.
Los pájaros van de cable
en cable
huyendo de aquellos que
no sabemos
volar.
Un helecho no ha de
saber mi nombre
para fertilizar el margen
seco.
La encina me mira, y
altiva resucita
con su ovalada copa,
perenne
sin mi fugacidad de
consumada carne.
Pero el aire, ah el aire,
amante conmigo
unificado.
El siempre espera tras
una inhalación,la próxima. Altruista,
desprendido.
Me da la vida sin esperar
nada.
Me espera para seguir
siendo.
Poema: Pilar Gorricho
Fotografía: José Luis Jiménez
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