Dispuestos a tomar juntos un café en el campus (los abuelos de Cindy; aquellos felices años 20).
Dispuestos a un viaje indecoroso por el desierto de Nevada.
Dispuestos al intelecto, al foxtrot y a los vendedores de calambres.
Dispuestos a los alunizajes del Imperio.
Sangre. Una corona de espinas: tantos años después: de vuelta a España, es un rodaje, ya en tiempos del otoño del Patriarca.
Dispuestos, también, a cruzar océanos: atletas estadounidenses en las ruinas del templo.
Dispuestos a las fiestas de disfraces.
Dispuestos al bricolaje, al catolicismo, a las bombas de azúcar.
Dispuestos a las boleras, a los naipes, a los patucos.
Dispuestos a cambiarse de sombrero y al Monte Rushmore.
Estos momentos deben de ser para regalárselos a los extremistas: para regalárselos a los reaccionarios.
Dispuestos a hallar el color más antiguo del mundo.
Dispuestos a saltar en cama elástica, a cambiar pañales, al sueño americano. Dispuestos a ir al psicólogo en un No compro.
Dispuestos a piñatas, al mayor espectáculo del mundo, a Truco o Trato.
Una plaza de toros. Dos sonrisas de Cheshire, frente a la cámara, blandiendo aceros sobre las cabezas de unas republicanas, luego las republicanas sin pendientes sin cabeza: Badajoz: el abuelo de Cindy fue corresponsal en el 36.
Las paredes del salón están llenas de fotos, de parpadeos en el tiempo de la gente: en conjunto, acaso, no expliquen ni formen nada: apenas, quizá, un mosaico inconexo.
Poema: Tomás Sánchez Hidalgo
Fotografía: internet
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Twitter: @c_grant1
Facebook: Rita