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jueves, 30 de junio de 2022

Dispuestos

monte rushmore

Dispuestos a tomar juntos un café en el campus (los abuelos de Cindy; aquellos felices años 20).

Dispuestos a un viaje indecoroso por el desierto de Nevada.

Dispuestos al intelecto, al foxtrot y a los vendedores de calambres.

Dispuestos a los alunizajes del Imperio.

Sangre. Una corona de espinas: tantos años después: de vuelta a España, es un rodaje, ya en tiempos del otoño del Patriarca.

Dispuestos, también, a cruzar océanos: atletas estadounidenses en las ruinas del templo.

Dispuestos a las fiestas de disfraces.

Dispuestos al bricolaje, al catolicismo, a las bombas de azúcar.

Dispuestos a las boleras, a los naipes, a los patucos.

Dispuestos a cambiarse de sombrero y al Monte Rushmore.

Estos momentos deben de ser para regalárselos a los extremistas: para regalárselos a los reaccionarios.

Dispuestos a hallar el color más antiguo del mundo.

Dispuestos a saltar en cama elástica, a cambiar pañales, al sueño americano. Dispuestos a ir al psicólogo en un No compro.

Dispuestos a piñatas, al mayor espectáculo del mundo, a Truco o Trato.

Una plaza de toros. Dos sonrisas de Cheshire, frente a la cámara, blandiendo aceros sobre las cabezas de unas republicanas, luego las republicanas sin pendientes sin cabeza: Badajoz: el abuelo de Cindy fue corresponsal en el 36.

Las paredes del salón están llenas de fotos, de parpadeos en el tiempo de la gente: en conjunto, acaso, no expliquen ni formen nada: apenas, quizá, un mosaico inconexo.



Poema: Tomás Sánchez Hidalgo


Fotografía: internet


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