Aquella
mujer no era nadie especial. Simple ama de casa desde hacía años,
trabajadora incansable en otros tiempos, hija subyugada a un padre
viudo y enfermo, madre abnegada a unos hijos de los cuales se sentía
tremendamente orgullosa y, ante todo, esposa y amante fiel. En
definitiva, nadie especial.
A
menudo pensaba qué sentirían los demás por ella, si el amor de sus
hijos sería tan grande como el suyo, si su padre la necesitaba tanto
como parecía o solo era hábito por comodidad, si su marido en
verdad aún la amaba o tan solo permanecía con ella por conformismo
en la costumbre. Asimismo, con frecuencia se preguntaba si alguien la
echaría de menos si llegase a faltar, pero no por necesidad, sino
por amor, porque ella, en definitiva, no se sentía nadie especial.
Aquella
mujer creía que no aportaba nada a esta vida, ni al mundo, ni a la
historia, no era capaz de ver con cuánto había colaborado ya a la
sociedad.
Aquella
mujer no imaginaba lo que la querían y necesitaban sentimentalmente
y con resignación prosiguió a diario con los quehaceres de su vida,
envejeciendo de forma prematura hasta desaparecer. Aquella especial
mujer abandonó nuestro mundo antes de lo debido y se marchó de él
sin saber lo que los demás veían en ella: la gran persona que
habitaba su alma, su colosal papel como madre e hija, su grandeza
como aliada, amante y compañera y la enorme amiga que llevaba en su
interior y que se daba de continuo a los demás. Aquella mujer no vio
el amor de cuantos la rodeaban y ella quería, y no porque no
quisiera hacerlo, sino porque no se lo mostraron. Nadie supo
demostrarle, como debía, lo que significaba para cada uno de ellos,
lo que importaba y aportaba en sus vidas. Sentir que valía tan poco
cuando los demás lo eran todo para ella le carcomió el alma, la
mató por dentro.
Moraleja:
Muestra siempre cuánto amas a los que te aman a ti. Muéstralo a
diario, con palabras y hechos. Alimenta el amor de los demás, ellos
también necesitan nutrirse de él para vivir.
Dedicado
a todas las madres, hijas, esposas y amigas. Gracias a todas.
Relato: Eva Zamora
Fotografía: internet
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Twitter: @c_grant1
Facebook: Rita
Un relato que bien puede ser reflejo de la realidad de tantas y tantas mujeres.
ResponderEliminarUn placer que hayas compartido este relato de Eva tan realista y con moraleja.
Besos enormes.
Gracias María, para mi es un placer compartir las letras de Eva Zamora, me alegra mucho que te hayan gustado.
EliminarBesos infinitos.
Muchas gracias, María Perlada, me alegra saber que te ha gustado mi relato. Gracias a Rita por querer que mis letras aparezcan de cuando en cuando por su blog, es un honor muy grande para mí. Besos.
ResponderEliminarAmiga, sabes que es un honor y un placer que tus letras estén en mi casa. Soy una suertuda de tenerte conmigo.
EliminarUn abrazo muy gordo.
Gracias a ti Eva por mostrar el sentimiento que todas damos y para nosotras lo damos por hecho.
ResponderEliminarGracias Rita querida, por mostrar.
Mil besitos para cada una.
Eva es mi alma gemela literaria y una gran amiga. He tenido el honor de compartir mesa con ella en varias ocasiones para presentar nuestros libros. Es una gran mujer y una gran creadora ha escrito 7 novelas y actualmente tiene 3 publicadas.
EliminarLa admiro infinito, creo que se me ve el plumero.
Gracias por estar ahí.
Un fuerte abrazo, amiga.
Una maravillosa lección de vida… Porque así es la vida, la que en verdad todos anhelamos, amar, ser amados, y sentir esa caricia perenne en nuestro día a día…
ResponderEliminarPrecioso, gracias por compartir…
Bsoss para ambas, y muy feliz finde 😘
Para mi es un placer poder compartir las letras de mi gran amiga Eva Zamora, me alegro que te haya gustado Ginebra.
EliminarUn fuerte abrazo, amiga.
Gran narrativa de hermosa descripción y con una moraleja increíble, sin duda es una gran reflexión de vida, me ha encantado la lectura Rita, saludos con afecto.
ResponderEliminarGracias Jorge por tu comentario, me alegra mucho que te haya gustado el relato,
EliminarUn abrazo.