Arrancarte un dedo, arrancarte incluso la mano para que no gangrene, para que no se pudra, es un acto de valentía. Aunque parezca que vayas a morir desangrada, desmembrarse es un acto de supervivencia; y sangrar es señal de que sigues viva.
Las heridas mal selladas siempre terminan abriendo; amputar es la única salida.