Atravesamos el espejo. Vemos la sombra de la serpiente.
Todos los prodigios se cobijan en señuelos de sombra.
Avanzamos siempre cogidas de la mano sin abrir los ojos
por un túnel de auroras boreales, lágrimas y dinastías
mientras una serpiente en busca de sombra naufraga
entre brillos de metales.
La brisa sobre los arbustos de los espacios negros en los espejos
y la serpiente de la sombra.
Dónde están las llamas que imploramos en los desiertos.
Dónde están los nombres que conocimos y hoy están tan ocultos.
En qué sofá, en qué diván o en qué ventana.
Solo sé que a veces regresan, regresan entre agitaciones
de los despertares como las serpientes, como las sombras o los diamantes, que sucumben como ficciones reflejadas en falsas pantallas.
Solo sé que seamos la soledad y el calor de los desiertos
para huir de los juramentos pendencieros.
Y del fuego acongojado de sus despojos.
Poema: Carmen Nuevo Fernández de su poemario "La casa iluminada".
Editorial: Los libros del Mississippi (2021)
Fotografías: internet y álbum personal