No me des noches en el último confín del mundo, ni paseos nocturnos por ríos innavegables. No quiero anillos como cepo de dedos o perfumes sin iniciales que aniquilen mis poros. No quiero promesas a la luz de tu luna o a la sombra de un cerezo. Quiero que la felicidad me ate a la vida, a tu aroma. Sin fechas. Sin horas. Anclada a la libertad de amarte sin medida, con mi boca pegadita a ti, pegadita a la vida. Dame horas de risas, palabras de suspiros y revolcones de alegrías. Dame vida, yo, me ocupo del resto. 10.9.18 Fotografía: internet
amapolas salvajes velan por este tren una parte del trayecto entre madrid y valencia amapolas salvajes mientras un viajero las va depositando sobre las esquelas de un periódico de tirada nacional amapolas salvajes sobre las lápidas amapolas salvajes y un poeta de los de verdad el maestro antonio gamoneda 30 de mayo de 1931 voz clara y profunda le dice no sé quién ni a propósito de qué: tú dame un arco de tiempo
Me araña la tarde con besos y mimos del norte. Les conté que son más largas las ausencias, con los años se multiplican en la mueca. Pero de tanto llorar mi madre, lava las penas, ahoga la cuchilla de óxido en el filo de una ventana. Yo sigo, aún respiro, que espere un poco más la roca de Cantabria, mi cráneo aun no aplastará las caracolas que la habitan. Y vivo y aún respiro.
Me gustaría ser más pájaro para poder comer frutas rojas cada día sobre tu vientre. Rodar sobre nuestros cuerpos hasta convertirnos en cenizas del deseo, desintegrarnos muy despacio hasta que se fundan las horas en nuestras pieles, seguir volando entre susurros de placer mientras nos transformamos en pájaros surcando nuestro mar de náufragos. 27.7.18 Fotografía: internet