donde nadie dice lo que piensa,
ni piensa lo que dice,
donde la palabra ofende
y se olvida el silencio,
donde la vida perdió valor
y ya nada sorprende.
Las retinas se acostumbraron
a sufrir y no ver a través del otro.
Mis ojos a veces respiran niñez
e intentan ser transparentes
y vuelven a soñar,
que nada se ha perdido
que todo merece la pena.
Punto y seguido. 2016
Fotografía: internet y álbum personal